El Yerno Millonario

Charlie Wade era el yerno que todos despreciaban, pero su verdadera identidad como heredero de una familia prominente seguía siendo un secreto. ¡Juró que algún día, aquellos que lo rechazaron se arrodillarían ante él suplicando por su misericordia, eventualmente!

NOVELA GANADORA DEL NATIONAL BOOK CRITICS CIRCLE AWARD 2017 «Erdrich pertenece a una clase única de escritores: la de aquellos que son tan compasivos como penetrantes». ANNE TYLER «Louise Erdrich es la novelista norteamericana más interesante que ha aparecido en muchos años». PHILIP ROTH «Erdrich escribe con enorme fuerza y algún día recibirá el Premio Nobel de Literatura». SHERMAN ALEXIE Dakota del Norte, verano de 1999. Landreaux Iron dispara a un ciervo en la linde de su propiedad pero, al acercarse, descubre que ha abatido al hijo de sus vecinos: Dusty Ravich, de cinco años...

María es un ser especial, ve cosas que otros no ven, no solo fallecidos, sombras y entes extraños, sino que además es capaz de penetrar en la mente colectiva, aunque no sabe cómo ni por qué. Lo que empezó siendo una bonita historia de amor con un hombre acaudalado la llevará a introducirse en la élite que gobierna el mundo y acceder a sus conocimientos. Con sus dotes hallará respuestas y aprenderá a establecer conexiones de cómo funciona el universo e interactuar con la materia, también cómo nos manipulan y nos mienten. No todos son humanos, algunos siempre han estado aquí con...

Margaret Doody es profesora de Literatura Comparada en la Universidad de Notre Dame y especialista en la literatura inglesa del xviii. Tras publicar una primera novela, The Alchemists, su serie sobre la pareja formada por Aristóteles y Estéfano (de la que Edhasa ha publicado en esta misma colección Aristóteles detective y Aristóteles y la justicia poética) la ha convertido en una de las voces más personales y de mayor éxito de la novela de misterio en Alemania, Francia, Grecia, Italia e Inglaterra, entre otros países.

« Il m’apparaît assez clair que les personnes entassées dans cette rame de métro n’atteignent pas les objectifs de joie quotidienne qu’elles se sont fixés, si elles s’en fixent encore. Je souris. Au milieu de tous ces légumes ramollis, j’ai envie de me mettre à danser et à chanter. J’ai envie de prendre mon vieux voisin par la main et de le faire bouger, de coller des sourires sur leur visage fatigué. Si seulement j’avais l’audace, je me lèverais et j’irais me présenter : - Bonjour, je m’appelle Antoine. Aujourd’hui, je pars en Australie ! »