Le Corbusier, cuyo nombre real era Charles-Édouard Jeanneret-Gris, nació el 6 de octubre de 1887 en La Chaux-de-Fonds, Suiza. Fue un influyente arquitecto, urbanista, pintor y escritor, considerado uno de los pioneros de la arquitectura moderna. Su visión innovadora y su enfoque funcionalista revolucionaron el diseño arquitectónico y la planificación urbana del siglo XX.
Desde una edad temprana, Le Corbusier mostró un talento excepcional para el diseño. A los 13 años, comenzó una formación como grabador y luego se dedicó a la arquitectura, formándose en la École des Beaux-Arts en París. Su estilo inicial estuvo influenciado por el movimiento Arts and Crafts y el diseño tradicional suizo, pero pronto comenzó a desarrollar sus propias ideas sobre la arquitectura y el urbanismo.
En 1914, Le Corbusier se trasladó a París, donde se unió a un grupo de artistas y arquitectos vanguardistas. Allí, comenzó a experimentar con nuevas formas y materiales, así como con la idea de que la arquitectura debía estar en armonía con su entorno. Su enfoque se centraba en la funcionalidad, la simplicidad y la búsqueda de la luz natural.
Una de sus obras más emblemáticas es Villa Savoye, construida entre 1928 y 1931 en Poissy, Francia. Este edificio es un ejemplo paradigmático de su concepto de «la casa como una máquina de habitar», donde la forma sigue a la función. La villa incorpora elementos como pilotes, planos libres y una fachada libre, conceptos que marcarían la arquitectura moderna.
En 1925, Le Corbusier participó en el Exposición Internacional de Artes Decorativas, donde presentó su manifiesto «La entrée du Métro» y estableció su reputación internacional. Durante este periodo, también escribió su obra fundamental «Vers une architecture» (Hacia una arquitectura), publicada en 1923, donde articuló su visión de la arquitectura moderna y abogó por la utilización de nuevos materiales y técnicas de construcción.
Le Corbusier también fue un ferviente defensor de la planificación urbana. En 1930, presentó su concepto de la «Ciudad Radiante», un modelo urbanístico que promovía espacios verdes, alta densidad y una organización clara de las zonas residenciales, comerciales e industriales. Este modelo influyó en varias ciudades alrededor del mundo y sentó las bases para el urbanismo moderno.
Durante la Segunda Guerra Mundial, su carrera sufrió un paréntesis, pero continuó trabajando en proyectos arquitectónicos y urbanos. En 1947, presentó el proyecto de la Unité d'Habitation en Marsella, un bloque de viviendas que ejemplificaba sus ideas sobre la vida comunitaria y la necesidad de espacios funcionales en la vivienda.
Le Corbusier también estaba interesado en la pintura y el arte. Su obra pictórica se caracteriza por el uso de formas geométricas y colores vibrantes, lo que refleja su creencia en la integración del arte y la arquitectura. En 1951, realizó una serie de murales para la iglesia de Notre Dame du Haut en Ronchamp, que se considera una de las obras más importantes de su carrera.
A lo largo de su vida, Le Corbusier recibió numerosos reconocimientos y premios por sus contribuciones a la arquitectura y el urbanismo. Sin embargo, su legado no está exento de controversias. Si bien muchos elogian su enfoque radical y su impacto en el movimiento moderno, otros critican su falta de consideración por el contexto cultural y social de los lugares donde trabajaba.
Le Corbusier falleció el 27 de agosto de 1965 en Roquebrune-Cap-Martin, Francia. Su influencia sigue siendo enormemente significativa en la arquitectura contemporánea, y su obra continúa siendo estudiada y admirada en todo el mundo. A pesar de las críticas, su visión de una arquitectura funcional, eficiente y estética sigue inspirando a arquitectos y urbanistas de generaciones posteriores.
En resumen, el legado de Le Corbusier perdura en la forma en que entendemos y diseñamos los espacios habitables. Su enfoque innovador, su pasión por la luz y el espacio, y su compromiso con la funcionalidad han dejado una marca indeleble en la arquitectura moderna.