Amorosamente
Durante siglos creímos que el amor venía de afuera; de nuestros padres, parejas, hijos. Es decir, de los otros. Creímos ser seres vacíos y carentes pidiendo amor a los demás, quienes, curiosamente, también lo esperaban de nosotros. Visto así, el amor se convirtió en un bien escaso por el que había que competir. Pero ¿cómo podemos dar aquello que creemos que tenemos que recibir? Poco a poco, fuimos descubriendo que la fuente del amor es interna, que somos esa energía que buscamos, somos esa fuerza, y que, si el amor es lo que nos constituye, es nuestra energía interna, vital, solo ...